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La autora ha alcanzado el éxito editorial a través de la novela negra

 La escritora francesa Frederique Audoin-Rouzeu (París, 1957), que publica bajo el seudónimo Fred Vargas, ha sido galardonada este jueves con el premio Princesa de Asturias de las Letras 2018. «En su obra narrativa destaca la originalidad de sus tramas, la ironía con la que describe a sus personajes, la profunda carga cultural y la desbordante imaginación, que abre al lector horizontes literarios inéditos», señala el jurado.

«Su escritura combina la intriga, la acción y la reflexión con un ritmo que recuerda la musicalidad característica de la buena prosa en francés. En cada una de sus novelas la Historia surge como metáfora de un presente desconcertante. El vaivén del tiempo, la revelación del Mal se conjugan en una sólida arquitectura literaria, con un fondo inquietante que, para goce del lector, siempre se resuelve como un desafío a la lógica. Fred Vargas encarna, por todo ello, la revitalización de un género, la novela de intriga, al que ha sumado, brillantemente, novedosas piezas, atmósferas y espacios hasta componer una obra de proyección universal», se puede leer en el acta del jurado.

Arqueóloga e historiadora de formación, ha publicado varios ensayos científicos con su nombre y, como Fred Vargas, una veintena de novelas de género negro de las que doce están protagonizadas por el comisario Adamsberg, la última de ellas Cuando sale la reclusa (2017).

La novelista francesa, que tomó su seudónimo del nombre del personaje que interpretaba Ava Gardner en la película La condesa descalza, se convierte así en la primera mujer que obtiene el Premio Princesa de las Letras desde que en 2008 el galardón fue concedido a la autora canadiense Margaret Atwood.

Considerada la reina de la novela negra europea y ajena a los focos por una timidez que le lleva a negarse a firmar autógrafos, la autora aseguró en una visita a la Semana Negra de Gijón en 2009 que entendía la literatura «un medicamento contra la angustia» y que la diferencia de géneros respondía a las necesidades del mercado.

Sus libros son buscados por los amantes del género y su escritura muestra una cara más amable de la literatura policiaca que el estilo descarnado de las obras de los autores estadounidenses.

A su juicio, toda la literatura puede sintetizarse en el planteamiento de un problema que encuentra una solución, un esquema que requiere de «musicalidad» para que funcione y que es aplicable a todos los géneros literarios con la única diferencia del tipo de conflicto que abre la historia y que «son etiquetas que sirven para clasificar los libros en las estanterías de los comercios».

Para la autora de la serie Los tres evangelistas, las historias de la novela negra nacen de un conflicto social y su resolución «suele ser compleja y angustiosa» dado que la respuesta «que pondría todo en orden» sería «la revolución», inabarcable desde el punto de vista literario.

Hija del escritor surrealista Phlippe Audoin, fue propuesta para el galardón por el ex ministro de Defensa y de Educación Gustavo Suárez Pertierra en su calidad de miembro del jurado del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional.

A mitad de la década de los ochenta escribió su primera novela policíaca, Les jeux de l’amour et de la mort con la que ganó el Festival de Cognac, mientras trabajaba en una excavación arqueológica en Nièvre y desde entonces ha desarrollado una obra donde cobra gran importancia las intrigas secundarias y los diálogos junto a la presencia de leyendas y acontecimientos históricos.

Está en posesión, entre otros, del Premio Landernau (2015), del Premio International Dagger en tres ocasiones consecutivas, del Premio Mystère de la Critique (1996 y 2000), del Gran Premio de Novela Negra del Festival de Cognac (1999), del Premio de las Librerías Francesas y del Trofeo 813 a la Mejor Novela en Francés.

Audoin-Rouzeu ha ganado el Princesa de Asturias en un año en el que el interés por el galardón se acrecentó tras la decisión de la Academia sueca de no conceder el Nobel de Literatura en 2018 ante la denuncia anónima de 18 mujeres por abusos y vejaciones contra el artista Jean-Claude Arnault, vinculado a dicha institución.

Fuente: Huffpost 


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Novelista, ensayista, autor de colecciones de cuentos, Roth fue uno de los grandes narradores americanos del siglo XX

Philip Roth, uno de los autores más importantes de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, ha fallecido este martes por la noche en Manhattan a los 85 años según ha confirmado su agente, Andrew Wylie. La causa ha sido una insuficiencia cardiaca.

Nacido el 19 de marzo de 1933 Newark (Nueva Jersey), hijo de un matrimonio de descendientes de emigrantes judíos de Europa del Este y criado en el barrio de clase media de Weequahic, Philip Milton Roth, eterno candidato al premio Nobel, que nunca llegó a conquistar, recibió otros de los premios más señalados como dos National Book Awards, dos National Book Critics, tres PEN/Faulkner Awards, un Pulitzer y un Man Booker International.

Tras publicar 31 obras a lo largo de su carrera, el autor de El lamento de Portnoy (1969), que lo catapultó al éxito con la tormentosa relación con el sexo del personaje Alexander Portnoy, y de la ya legendaria Trilogía americana, que le abrió definitivamente las puertas del Olimpo literario –Pastoral americana (1997), Me casé con un comunista(1998) y La mancha humana (2000)–, tomó la decisión de dejar la escritura en 2012, año en que fue galardonado con el Príncipe de Asturias de las Letras, cerrando una trayectoria magistral que arrancó con la publicación en 1959, cuando tenía 26 años, de Goodbye Columbus, un conjunto de cinco relatos y una novela de amor que le valió uno de los premios más prestigiosos de Estados Unidos, el National Book Award.

Con Roth desaparece el último de los gigantes de las letras americanas del siglo pasado, junto con Saul Below (1915-2005) y John Updike (1932-2009), y una figura central de la fecunda narrativa judía estadounidense al lado del propio Bellow, Bernard Malamud (1914-1986) y Norman Mailer (1923-2007), brillando por su capacidad para profundizar en las obsesiones de la cultura de su propia comunidad.

Roth, sin embargo, no se sentía cómodo con su reiterada categorización como escritor judío-americano. «Ese epíteto no tiene sentido para mí», dijo. «Si no soy un americano, no soy nada», o, como resumió en otra ocasión rechazando la acotación comunitaria y resaltando su propósito de universalidad: «Yo no escribo judío, escribo estadounidense». En su autobiografía Los hechos (2008), decía con humor a propósito de su padre: «Su repertorio nunca ha sido enorme: familia, familia, familia, Newark, Newark, Newark, judío, judío, judío. Más o menos como el mío».

La introspección psicológica –recurriendo al uso del alter ego; como el novelista Nathan Zuckerman, voz de nueve de sus novelas– fue permanente campo de batalla del prolífico Roth, con obras memorables como Patrimonio (1991), en la que el protagonista examina su compleja relación con su padre y se sitúa ante la dificultad de ser testigo de su agonía hasta su muerte. En su obituario, The New Yorker ha recordado los temas preferidos de Roth: “La familia judía, el sexo, los ideales americanos, la traición de los ideales americanos, el fanatismo político y la identidad personal”. 

En una entrevista en 1985, Roth definía así la cuestión esencial sobre la que rotaba como su literatura: «Es la tensión entre el hambre de libertad personal y las fuerzas de la inhibición», decía aludiendo a la lucha del individuo contemporáneo con los corsés tradicionales y personales.

En enero, después de años alejado de los medios, el autor de La visita al maestro(1979) concedió una entrevista a The New York Times en la que afirmaba que la lectura –sobre todo obras de Historia– había reemplazado su pasión por la escritura y explicaba que había dado por finalizada su carrera al tomar conciencia de que había dado de sí todo lo que llevaba dentro: “Había sacado lo mejor de mi trabajo, y lo siguiente sería inferior”. “Ya no poseía la vitalidad mental, ni la energía verbal o la forma física necesarias para construir y mantener un largo ataque creativo de cualquier duración sobre una estructura tan compleja y exigente como una novela”. Cuando optó por dejar el oficio, Philip Roth pegó un post-it en su ordenador que leía: «La lucha con la escritura ha terminado». Para evaluar su obra, citaba esta frase que dijo hacia el final de su vida el boxeador Joe Louis: «Lo hice lo mejor que pude con lo que tenía».

Fuente: El País


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La periodista mejicana, se convierte en la tercera mujer en conseguir este galardón en 38 años de Premios

Uno de los nombres del día es sin duda el de Alma Guillermoprieto, la periodista de investigación y escritora mejicana que se ha alzado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018. En el acta, el jurado, ha destacado «su larga trayectoria profesional y su profundo conocimiento de la compleja realidad de Iberoamérica, que ha transmitido con enorme coraje también en el ámbito de la comunicación anglosajona, tendiendo así puentes en todo el continente americano». Y añaden que«con una escritura clara, rotunda y comprometida, Alma Guillemoprieto representa los mejores valores del periodismo en la sociedad contemporánea».

Pocos minutos después de hacerse público el fallo la periodista Elsa González Díaz de Ponga, que este año se estrenaba como miembro del jurado de Comunicación y Humanidades, explicaba que la premiada había recibido la noticia, estando en Bogotá (Colombia), siendo allí las 4 de la madrugada, y que«estaba emocionada verdaderamente y casi indrédula por haber recibido el Premio Princesa de Asturias».

Con 68 años, y una trayectoria profesional de casi 40, la periodista de investigación mejicana Alma Guillermoprieto ha trabajado para el Washington Post y para otros diarios anglosajones como The Guardian o The New Yorker cubriendo noticias como la insurrección nicaragüense en los años 70, la actividad de Sendero Luminoso en Perú, el terrorismo de Estado en Argentina, el conflicto civil y el narcotráfico en Colombia o las guerras de la droga en Méjico. Una labor periodística muy importante y necesaria en el mundo americano, según han destacado varios miembros del jurado.

El nombre de Alma Guillermoprieto,  se hizo muy conocido a nivel internacional en 1982 por ser una de las dos periodistas que desvelaron, ella en The Washington Post, la masacre de civiles en El Mozote, El Salvador, por parte del Ejército Salvadoreño, siendo su trabajo imprescindible para el reconocimiento de los hechos.

Fuente: SER


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Chimo Bayo, firmando libros en Barcelona en el pasado Sant Jordi. (EFE)

Escrito por ALBERTO OLMOS para El Confidencial

Hoy se celebra el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor, es Sant Jordi y además se entrega del premio Cervantes

Pues estamos buenos: además de lunes, es el Día Internacional del Libro. Eso significa que deben ustedes leerse un libro entero antes de las doce de la noche. Si fuera viernes, y el día de la cerveza, no habría problema. Pero es lunes, amigos; es el Día del Libro. Mala suerte. El 23 de abril es el Día del Libro porque ni Cervantes ni Shakespeare murieron el 23 de abril. Lo he comprobado en la Wikipedia, que ambos murieron sin calcularlo bien. Tenían que morir el 23 de abril para que pudiéramos celebrar la coincidencia con un día internacional cuatro siglos después, y se equivocaron. Murieron en contra de sus propias biografías Trivial Pursuit, que establecen su fallecimiento en la fecha correcta.

La buena noticia, en todo caso, es que en realidad el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor no va de leer libros, sino de comprarlos: no es el Día Internacional de la Lectura, es el Día Internacional de Comprar un Libro y Generar Derechos de Autor. Lo dice muy claro su propio nombre.

Hay mucha gente confundida con el Día del Libro. Por ejemplo, el padre de un amigo mío. Me contó mi amigo que su padre —a buen seguro un hombre estupendo, pero un tanto despistado— tenía una operación, hace años, un 24 de abril. Llamó a su hijo muy preocupado. Le confesó: “Tengo miedo. Me operan después del Día del Libro”. Mi amigo trató de consolarle: “¿Y qué? No pasa nada, papá.” El padre expuso sus recelos: “Es que habrán estado los médicos de fiesta y vendrán con resaca. A saber cómo me dejan”.

Quizás haya mucha más gente que cree que el Día del Libro es un día para emborracharse, leer, drogarse, subirse al capó de los coches y cantar serenatas. Y no, el Día del Libro es el día en el que compramos un libro —a ser posible para dárselo a otro— y nos acostamos pronto, no sea que haya que ponerse a leer.

Días mundiales

El Día del Libro parecía una gran cosa hace tiempo, cuando no sabíamos que todo el año es el Día de Algo. Si piensas que también hay un día de la bicicleta, otro del lupus y otro de las pymes, te das cuenta de que casi era mejor que el libro no tuviera día, sino un poquito más de hueco en nuestra cotidianidad.

Esta que iniciamos es una semana trágica, amigos. El lunes, Día del Libro; el martes, Día de la Meningitis; el miércoles, Día de la Fibrosis Quística; el jueves, Día del Paludismo, y el viernes, Día del Ruido. Saldremos vivos de tanto celebrar enfermedades, no se angustien.

¿Qué futuro tiene una civilización que celebra por igual, 24 horas justas, el libro y la retinosis pigmentaria?

Leer toda seguida la lista de días mundiales es como leer aquel catálogo de animales del emperador que incluía Borges en su relato ‘El idioma analítico de John Wilkins’. Un desastre. ¿Qué futuro tiene una civilización que celebra por igual, 24 horas justas, el libro y la retinosis pigmentaria? Un futuro muy jodido, ya se lo digo yo.

Cervantes

Otra cosa que pasa en esta jornada es que le dan un premio a un señor, el premio Cervantes. Un año se lo dan a un señor español y otro a un señor de Latinoamérica; y una vez por década se lo dan a una señora. Es curioso que sea más fácil repartir juego entre los escritores de España y los escritores —mucho más numerosos— de Latinoamérica que repartir juego entre los escritores y las escritoras, que más o menos son la misma cantidad y se merecen, por tanto, las mismas humillaciones.

A mí el premio Cervantes no me impresiona. Ni el premio Planeta. Ni el Oscar. Ni las estrellas Michelin. Fulano es premio Cervantes, dicen en el telediario, como si ya lo dijeran todo. ¿Y?, opongo yo desde mis 43 años descreídos. ¿Y qué?, remacho. El premio Cervantes no indica nada en términos de relevancia literaria. Escribir ‘Corazón tan blanco’, ‘Bartleby y compañía’ o ‘Rosas y bueyes dormían’, sí. El premio Cervantes solo indica que un hombre ha sujetado una copa en un salón lleno de hombres el tiempo suficiente como para que alguien haya tenido que llenársela otra vez. Eso indica el premio Cervantes.

Felicidades, Sergio Ramírez. Ya puedes dejar los salones e irte a escribir.

Cataluña

En Cataluña, al Día del Libro se le llama Sant Jordi. Yo estuve una vez, y era como el referéndum del 1 de octubre, pero con las papeletas más gordas. Si no compras un libro en Sant Jordi, no eres un buen catalán. Si no lo lees, no eres un buen europeo. Y si no lo ha editado un amigo tuyo, no eres nadie.

En Cataluña se concentra buena parte de la industria editorial de España y, quien más quien menos, todo el mundo conoce a alguien que publica o escribe libros, porque la literatura en Cataluña siempre fue un forma de apalancarse en lo burgués sin sentirse culpable.

Si no compras un libro en Sant Jordi, no eres buen catalán. Si no lo lees, no eres buen europeo. Y si no lo ha editado un amigo tuyo, no eres nadie

Por cierto, se venden tantos libros hoy entre unas cosas y otras que les voy a decir yo cuáles tienen que comprar: ‘Para morir iguales’ (Tusquets), de Rafael Reig, ‘Prins’ (Random House), de César Aira, ‘El don de la fiebre’ (Seix Barral), de Mario Cuenca Sandoval, y ‘Arre, arre, corrector’ / ‘El fill del corrector’ (H&O), de Adrià Pujol Cruells y Rubén Martín Giráldez.

Pero no se les ocurra leerlos. Regálenlos. Líbrense de ellos. Conserven el tique.

Salgan al balcón a las 11:59 de la noche con ese tique y griten: ¡feliz Día del Libro!


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De los muchos libros curiosos que nos rodean, lo más intrigantes son aquellos que nos llegan desde el pasado remoto. No sólo porque muchas veces ya no podemos entender qué es lo que nos dicen, sino, también y en muchos casos, por el azaroso camino que han tomado hasta nosotros. Como este extraordinario texto etrusco del siglo III a.e.c. que apareció en Egipto, usado para vendar una momia. No solo contiene el texto más largo conocido en lengua etrusca, además está considerado el único libro de la antigüedad existente escrito sobre lino.

Se le conoce como Liber Linteus Zagrabiensis (el libro de lino de Zagreb) y también como Liber Agramensis. Contiene el único texto etrusco no epigráfico existente, que se distribuye en 230 líneas que en total suman alrededor de 13.000 palabras, de las cuales apenas unas 1.200 soy hoy legibles. Ello es debido a su mal estado de conservación, ya que cuando se descubrió a mediados del siglo XIX, las telas de lino en que está inscrito se habían rasgado y utilizado para vendar la momia de una mujer en Egipto.

El documento ha sido datado por radiocarbono hacia el año 250 a.C. y la momia data de la misma época, apenas unos años más tarde, lo que suscita interrogantes acerca de cómo llegó el texto hasta allí. Si es que el libro se creó en Etruria y luego fue llevado al otro lado del Mediterráneo o si fue escrito en Egipto sigue siendo un misterio.

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La momia fue comprada en Alejandría en 1848 por Mihajlo Baric, un oficial croata de la cancillería real húngara que pocos meses antes había abandonado su puesto para recorrer el mundo. Mientras estaba en Egipto adquirió como souvenir un sarcófago que contenía la momia de una mujer y que se llevó a su casa de Viena donde estuvo expuesto en una esquina del salón hasta su muerte en 1859. En algún momento entre su regreso a Viena y 1859 retiró las vendas de lino de la momia, y las colocó en una urna de cristal, sin percatarse de la importancia de las inscripciones que contenían.

Tanto el sarcófago como la momia y las vendas fueron heredadas por su hermano Ilija, un sacerdote que vivía en Eslavonia. Su desinterés por tales objetos le llevó a donarlos en 1867 a la institución antecesora del Museo Arqueológico de Zagreb, que es donde hoy se conservan y exponen. Ese mismo año de 1867 visitó la institución el egiptólogo alemán Heinrich Karl Brugsch, quien más tarde se convertiría en el director de la Escuela de Egiptología de El Cairo y su trabajo sería clave en el desciframiento de la escritura demótica.

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La momia expuesta en el Museo Arqueológico de Zagreb

Brugsch vio los textos inscritos en el lino, pero pensó que se trataba de jeroglíficos egipcios y no le dio tiempo a estudiarlos más detenidamente. Diez años más tarde mientras conversaba con el famoso explorador Richard Burton acerca de runas de repente recordó lo que había visto en Zagreb y se dio cuenta de que no eran jeroglíficos; por el contrario pensó que aquello debía ser escritura árabe, y el texto una transliteración del Libro de los Muertos egipcio. Una vez más se equivocaba.

En 1891 las vendas fueron trasladadas de vuelta a Viena para que las pudiera estudiar Jacob Krall, el mayor experto en lengua copta de la época. Fue él quien identificó los textos como etruscos y realizó una reconstrucción ordenando y uniendo las telas de lino. Por la mención de algunos dioses locales en el texto del manuscrito se ha conseguido determinar el origen (o bien del texto o de su creador) a una pequeña área al sureste de la Toscana, entre las ciudades de Arezzo, Perugia, Chiusi y Cortona.

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El texto consta de 12 columnas, cada una representando una página, las tres primeras seriamente dañadas e ilegibles, por lo que se desconoce cómo y dónde comienza el texto. Está inscrito con tinta negra para el texto principal, y roja para las líneas y signos diacríticos, y originalmente debió plegarse a modo de códex, en lugar de estar enrollado.

Fuente: El blog de arena

 


Sergio Ramírez fotografiado hoy, en su vivienda de Managua

Cree Sergio Ramírez que la gracia del viaje de Don Quijote, es que no desea el regreso. Cuando te lo encuentras por esos mundos, sabes que suele andar a gusto allá donde pueda compartir con amigos una buena conversación sobre literatura o política, acompañado siempre de Tulita, su esposa. Ambos tendrán que desplazarse a España en abril para recibir de manos del rey Felipe el Premio Cervantes. El jurado se lo otorgó este jueves con amplio consenso y después de tres horas de deliberaciones y siete votaciones sucesivas. Es el primer autor nicaragüense y centroamericano que lo consigue.

Escritor en un sentido amplio y ancho de la palabra. Autor total a sus 75 años: novelista, ensayista, memorialista, periodista. Pero también político. Hombre de rectos principios, comprometido con la Revolución Sandinista hasta el punto de haber sido nombrado vicepresidente –cargo que ejerció entre 1985 y 1990- por un Daniel Ortega que lo ve hoy como su principal pesadilla. Es crítico con la deriva autoritaria de su país. El prestigio internacional de su conciencia, la de un creador traducido a 20 lenguas por todo el mundo, pesa.

¿Las razones? Buena parte de ellas se leen en Adiós, muchachos, su memoria de aquel tiempo, hoy reducido al caudillismo residual de su líder en Nicaragua. Ramírez fue abogado, pero la literatura lo cautivó pronto y latió durante toda su vida junto a su activismo por causas políticas, sociales y civiles. Hasta 1996 compaginó su carrera literaria con la política y la abogacía, pero a partir de entonces, se dedica exclusivamente a crear.

Su obra está impregnada por toda una rica amalgama de compromiso cívico, cuajada de un pensamiento que cuestiona la realidad, experiencias en varios frentes, referentes históricos de la literatura y el arte y atención constante a las corrientes del tiempo que le ha tocado vivir.

El jurado, presidido por Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE), ha destacado que su obra, dice el acta, “aúna la narración, la poesía y el rigor del observador y el actor”. También, añaden, “que refleja la viveza de la vida cotidiana convirtiendo la realidad en una obra de arte, todo ello con excepcional altura literaria y en pluralidad de géneros, como el cuento, la novela y el columnismo periodístico”.

Ramírez es un autor que conoce y profundiza en lo que le rodea, discreto y siempre dispuesto. Sereno y cálido. Nació en 1942 en Masatepe y ya a los 18 años publicó sus primeros cuentos. Durante sus años de estudiante de Derecho fundó la revista literaria Ventana y en 1970 publicó su primera novela, Tiempo de fulgor.

Desde entonces hasta Ya nadie llora por mí, su última novela publicada hace dos meses, han aparecido Baile de máscarasMargarita está linda la mar –Premio Alfaguara en 1998-, Sombras, nada másMil y una muertes, La fugitiva o la obra policiaca, El cielo llora por mí. Otro de sus géneros constantes ha sido el cuento en los que destacan los volúmenes El reino animal, Perdón y olvido o Flores oscuras. Pero también la memoria, el ensayo y el articulismo en cada frente.

El fallo del premio dotado con 125.000 euros fue anunciado este jueves por el ministro Íñigo Méndez de Vigo. Lo acompañaron en la mesa Darío Villanueva y Eduardo Mendoza, ganador de la pasada edición. Méndez de Vigo le llamó personalmente para comunicarle el fallo. Eran las siete de la mañana en Managua cuando marcó. “Es una buena manera de comenzar el día”, le dijo Ramírez.

Probablemente ya llevaría levantado unas horas. Escribe desde que canta el gallo o sale a pasear. Y en los años de sus viajes constantes como representante de su país, no era extraño tropezárselo haciendo footing con su prominente altura de pívot de baloncesto.

Villanueva, por su parte, destacó el hecho de que el fallo resultara difícil: “Es buena prueba de lo poderosa que es la literatura en lengua española”. Haber elegido a Ramírez le alegra por ser, dijo, “un gran representante del territorio de La Mancha, que diría Carlos Fuentes, participa de manera muy destacada y en plenitud de todas las aventuras, vicisitudes y proyectos del panhispanismo”.

Además, destacó el director de la RAE, es un maestro de narradores y no solo el primer escritor nicaragüense que gana el Cervantes, sino centroamericano, algo especial cuando acabamos de celebrar hace un año el centenario de Rubén Darío, renovador de la poesía en castellano. Ramírez es digno heredero de la huella que dejó”. Y también admirador con sanos remedios desmitificadores de su figura, como hizo en Margarita está linda la mar y en otras obras suyas, como Mil y una muertes, donde en una suerte de brillante narración trufada de varios géneros, lo mezcla con otras figuras legendarias como Flaubert o Chopin.

Mendoza, por su parte, aseguró que estaba muy contento por el fallo, “pero a la vez triste porque siento que acaba mi reinado”. Así que el autor de La ciudad de los prodigios planea llamarlo para que no se venga arriba: “Le diré que no se haga ilusiones porque, en un año, pasa a la reserva”. Bromas aparte, sino, no sería el gran Mendoza, “es un premio que él llevará con dignidad, mucho mejor que yo”.

Fuente: El País


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La lámina ibera escrita tiene una antigüedad correspondiente al siglo III a.C. – ABC

La Guardia Civil ha recuperado en una operación contra el expolio arqueológico desarrollada en Jaén una lámina de plomo que data del siglo III antes de Cristo, cuyo valor excepcional radica en los signos que contiene. Los expertos aseguran que es la zona cero de la escritura original autóctona de la Península Ibérica. Frente a su importancia palidece la del resto de piezas, 748, recuperadas por el servicio de protección de la naturaleza del instituto armado, entre las que destaca una placa romana fechada en el siglo II d.C, la escultura de un fauno y un decadracma griego del siglo V a.C. en excelente estado de conservación.

La operación, denominada Alfaíbero, se ha saldado con la detención de 6 personas en Jaén, La Guardia, Andújar y Mancha Real, a las que, además de las piezas, se les ha requisado material para llevar a cabo el expolio. Dado que en la provincia hay 2.500 yacimientos arqueológicos, la Guardia Civil ignora aún el lugar del que fue robada la lámina con la inscripción ibérica, si bien confía en que dé sus frutos el estudio que llevará cabo en este sentido el Instituto Andaluz de Arqueología Ibérica, órgano que en principio ha validado la importancia de la pieza, de la que sólo hay entre 30 ó 40 en el mundo. Es la única, sin embargo, que fue escrita con caracteres iberos hace 24 siglos.

El delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, en su análisis de la operación ha reiterado que el valor de la lámina de plomo es incalculable desde el punto de vista arqueológico, histórico y cultural, al tiempo que ha agradecido a la Guardia Civil el trabajo desarrollado, que se ha prolongado durante años, según ha asegurado el teniente coronel Luis Ortega, jefe de la comandancia, quien ha explicado los pormenores que han llevado a la desarticulación de una banda organizada, especializada en expolios y con un modus operandi profesional.

En la operación se han recuperado gran cantidad de monedas, así como anillos, vasijas y 3 láminas iberas, entre las que destaca la que dio origen a la investigación. Tras constatar su valor, la Guardia Civil hizo un seguimiento de un sospechoso que se desplazaba con detectores de metales para cometer expolios en yacimientos catalogados de la provincia de Jaén, y después se reunía con otros grupos de personas. Entre todos formaban una red dedicada a la comercialización de las piezas. Las vendían en páginas especializadas de las redes sociales, a coleccionistas e incluso a otros expoliadores que después las revendían.

Algunas piezas fueron encontraban en el campo por personas ajenas a la organización mientras llevaban a cabo labores agrícolas, quienes, al desconocer su relevancia, le pedían a un experto de la organización que las evaluara. Si el hallazgo no tenía valor, se lo devolvían, pero, en caso contrario, le decían que había sido aprehendido por la Guardia Civil. Si, a pesar de eso, el agricultor no creía la explicación y exigía la devolución de la pieza, la organización realizaba una falsificación de la misma o le entregaba otras similares indicándole que eran más valiosas que la original.

Fuente: ABC, 3 noviembre


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  • Esta nueva edición contiene 30 textos más que ‘La obra completa de Miguel  Hernández’ publicada en 1992.
  • Su autor, Jesucristo Riquelme, ha dedicado toda su vida al estudio de la literatura del poeta.

La obra completa de Miguel Hernández ve la luz con la vocación de ser la versión «definitiva» del trabajo literario del poeta gracias a una profusa investigación traducida en más de 3.000 modificaciones y novedades, que sólo excluye su producción epistolar por su extensión y porque sigue en estudio. Sobre la publicación anterior, una edición de 1992 de Espasa Calpe, esta de Edaf contiene una treintena de nuevos textos entre los que figuran poemas, prosa literaria, discursos escritos, cuentos infantiles, biografías de toreros, un manuscrito sobre las fallas de Orihuela, versos, estrofas o fragmentos añadidos, correcciones y nuevos epígrafes e ilustraciones de sus artículos periodísticos, así como ilustraciones inéditas. Se trata, en palabras del director de la editorial Edaf, José Antonio Fossati, «el broche de oro y brillantes» a la conmemoración del 75º aniversario de su muerte. Con el apoyo de la familia del poeta, representada este martes en la presentación del volumen de casi 2.000 páginas a través de su nuera, Josefina Izquierdo, Jesucristo Riquelme ha trabajado en La obra completa de Miguel Hernández desde 2009, aunque lleva toda su vida dedicada al estudio del legado literario de Hernández (Orihuela, 1910 – Alicante, 1942).

Las labores desconocidas del poeta

Además de su conocida obra poética, esta obra permite leer «de forma muy limpia» su menos conocida dramaturgia, así como su faceta como «reportero en primera línea de guerra», que le sitúa como «pionero del nuevo periodismo» que un cuarto de siglo después abanderaría Truman Capote, según Riquelme. Hernández los escribía para publicaciones como La Lucha, Al Ataque y el Partido Comunista, una muestra más del compromiso ideológico del poeta, que Riquelme e Izquierdo han calificado como «vitalista y apasionado», contador de chistes «picantosos» a su Josefina, «simpático, cariñoso y generoso», aunque la imagen más conocida es la de su última etapa, en la cárcel.

Imagen que no debe empañar su optimismo, pues aun sabedor de que la guerra estaba perdida para el bando republicano, dio «una última lección en forma de testamento cuajado de esperanza» en Eterna sombra, escrito «pensando en las generaciones posteriores personificadas en su hijo Manolillo». En estas obras completas se insertan también las ilustraciones originales de la editio princeps de Viento del pueblo, «respetando el espíritu vanguardista de la concepción artística del poemario de guerra, concebido como el primer foto-libro de la literatura española», ha indicado Riquelme, que en su investigación ha encontrado un documental ruso con las primeras imágenes en movimiento que se conocen de Hernández.

El proceso de elaboración del libro ha permitido también «pulir» algunos aspectos de la vida del escritor, como la influencia que Maruja Mallo tuvo en El rayo que no cesa, en el que la «pena hernandiana» es en realidad una queja del amor carnal que no podía disfrutar con Josefina Manresa frente a la «relación orgiástica» que mantuvo con la primera, y una crítica a la pacata sociedad imperante. Este doctor en Filología y catedrático de Literatura afincado en Torrevieja (Alicante) ha decidido dejar fuera de este volumen la amplia correspondencia del escritor, porque «casi cada semana aparecen nuevas cartas, ya hay un centenar nuevas» a las que se dedicará otra publicación que revelará palabras que hasta entonces han estado escondidas bajo tachaduras.
Fuente: 20 Minutos